Para tostar las semillas de calabaza, se siguen los siguientes pasos:
- Extrae el interior de la calabaza con una cuchara o con la mano y ponlas en colador.
- Separa las semillas de la pulpa con los dedos, bajo el chorro del agua en el lavaplatos.
- Lava bien las semillas, que no queden con hilos de pulpa, porque se quemarían en el horno.
- Remoja las semillas limpias con agua con sal; esto les mejorará el sabor y la calidad.
- Llena una taza con 2/3 de agua, y agrega sal hasta que se sature, o sea hasta que se disuelva toda la sal y no quede en el fondo.
- Pon las semillas en el agua con sal por 1 o 2 días.
- Con un colador escurre las semillas, y después sécalas con toallas de papel.
- Ahora viene la creatividad; sazónalas de acuerdo a tu gusto; agrega sal, agrega una cucharada de aceite vegetal, es mejor el de oliva o canola, por cada taza de semillas y le puedes poner: Ajo en polvo, chile en polvo, salsa inglesa, para los que les guste un sabor fuerte. Para sabor dulce, ponle azúcar, canela, nuez moscada, sabor a caramelo. U otros sabores que tengas en polvo, como para pastas, para carne, etc.
- Ponlas en una bandeja de manera que quede una sola capa, y mételas en el horno, (son más prácticos los pequeños) en la función Broil o Gratinado para que caliente solamente la parten superior. Ponlas primero 10 minutos, hasta que queden marrón, sácalas y voltéalas y ponlas otros diez minutos, y te quedaran crujientes y deliciosas.
O precalienta el horno a 150 grados Centígrados o 300 Fahrenheit, y déjalas por 40 o 50 minutos, sacudiéndolas cada 10 minutos hasta que queden cafecitas.
O en Microondas, pon las semillas en un recipiente adecuado, por 2 minutos, sácalas revuélvelas y mételas otro minuto, y así sucesivamente revolviendo, hasta que queden crujientes.
O en una sartén tuéstalas, revolviendo constantemente, para que no se peguen, hasta que queden crujientes y a tu gusto.

O en Microondas, pon las semillas en un recipiente adecuado, por 2 minutos, sácalas revuélvelas y mételas otro minuto, y así sucesivamente revolviendo, hasta que queden crujientes.
O en una sartén tuéstalas, revolviendo constantemente, para que no se peguen, hasta que queden crujientes y a tu gusto.
